top of page

Breve análisis y reflexión sobre la “Teoría de los sentimientos morales” de Adam Smith

  • Foto del escritor: Kebo
    Kebo
  • 23 feb 2021
  • 4 Min. de lectura


Adam Smith (1723-1790) fue un economista y filósofo escocés. Ingresó a la Universidad de Glasgow con solo catorce años, donde tomó contacto con Francis Hutcheson (apreciado como "padre de la ilustración escocesa"), quien influyó mucho sobre Smith y en sus ideas sobre la libertad política. En 1740, ganó una beca para Oxford y, a su regreso, enseñó retórica en Edimburgo y trabajó como profesor de filosofía moral en la Universidad de Glasgow.

Su pensamiento unía la historia con la naturaleza humana, la ética y el desarrollo económico, alcanzando la fama y la importancia que hasta hoy posee, considerado como el "padre de la economía moderna".


Publicó Teoría de los sentimientos morales en 1759, por sus diversos estudios como profesor de Filosofía Moral, y La riqueza de las naciones en 1776, después de haber viajado por Europa, conociendo a pensadores como Voltaire, D’Alembert, Quesnay y Turgot, y de haber dado diversas conferencias en su universidad; además, escribió variados ensayos sobre temas filosóficos, los cuales fueron quemados por petición de él mismo antes de morir.


En Teoría de los sentimientos morales, Adam Smith habla de la moral como algo que se construye en interacción con el otro, dependiendo de las circunstancias sociales. En ella, analiza la naturaleza humana, las reglas que guían la actitud social del hombre; el egoísmo y la generosidad, sentimientos simultáneos que son la base de las virtudes: prudencia, justicia y benevolencia. Para Smith, el concepto clave de la moral es la simpatía, que permite participar en las emociones del prójimo y, al mismo tiempo, ver reflejados los sentimientos y las acciones propias en los demás, sin la intención de obtener algún beneficio, dicho de otra forma, Smith acude a la psicología social para descubrir el fundamento de la moralidad humana, criticando la concepción utilitarista que tenía David Hume (filósofo, economista, sociólogo, historiador, aprendiz de Hutcheson y amigo de Smith).


Debemos tomar en cuenta que el hombre como ser humano es un ser social, vive teniendo conciencia de sí mismo, pero también de los demás, en una relación complementaria.

"En todas las pasiones de que el alma humana es susceptible, las emociones del espectador corresponden siempre a lo que, haciendo suyo el caso, se imagina serían los afectos del que las sufre" (Smith, 2004:32). Creo que detrás de la empatía o simpatía está, primeramente, la curiosidad de saber qué haríamos o sentiríamos nosotros en una cierta situación, cuando la practicamos, solo logramos imaginar el sentimiento del otro, reproduciendo una impresión de los propios sentidos y, en la actualidad, resulta habitual hacer 'causa común' con el que padece el sentimiento, cuando no sabemos los motivos de éste, y cuando se le reconoce surge la simpatía mutua. Como vemos normalmente, en el caso de que los sentimientos propios con los ajenos sean recíprocos puede producir placer o bienestar, y si no lo son puede causar dolor, y creo que se debe a que necesitamos que alguien se interese por nosotros, compartir, entender y que nos entiendan, por lo mismo, la simpatía produce liberación de la amargura. Ejemplo de esto es la amistad, que produce satisfacción y alegría sin necesidad de un placer adicional. Asimismo, cuando los sentimientos son compartidos o se parecen producen una armonía con el entorno, por el contrario, si no lo son, cabe una disonancia al respecto y, a partir de esta distancia, acostumbramos a emitir prejuicios.


A diario estamos en contacto con otros, con la familia, con los amigos, con los compañeros de estudio o de trabajo y con desconocidos y, a veces, no nos damos cuenta de la manera en que actuamos, como decimos lo que decimos, etc., cuando no hemos pensado algo antes de decirlo podemos influenciar en el otro de forma irresponsable, quizás dañándolo y en 'pensar antes' está el ponernos en el lugar de la persona que tenemos en frente.


Como seres humanos, cada uno con intereses propios, podemos convivir unos con otros, en paz (moralmente) y en productividad (económicamente), existiendo un objetivo común: el aumento de las oportunidades de cada individuo para poder llegar a realizar todo su potencial humano. Estas oportunidades dependen muchas veces de nuestra empatía.


Me es inexorable relacionar el tema que Smith trata con la educación, por hacer referencia a la subjetivación de nuestras opiniones respecto a una persona, es decir, con la emisión de juicios sobre los demás, vulnerando la esencia de lo que cada persona posee. Así, para educar no se debe imponer una forma de ser, sino que se debe favorecer el desarrollo del perfeccionamiento del hombre como persona y para esto es que necesitamos, constantemente, de la simpatía.


Finalmente, quiero expresar que he leído comentarios sobre personas que se preguntan cómo el interés propio de las 'unidades del sistema económico' según Smith, pueden ser equiparadas con la 'simpatía' que conducen a su ética, incluso yo me lo preguntaba en un comienzo, y es porque la naturaleza humana es compleja, pues, podemos ser egoístas, pero también nos gusta ayudar a otros.



Gracias por leer.


Si quiere comentar al respecto, puede mandarnos un mensaje, le leeremos.


Libro fuente:

Smith, A., Teoría de los sentimientos morales (2004) Editorial Fondo de Cultura Económica. D.F., México.



Kebo de Taller K7









Comments


Publicar: Blog2 Post
  • Instagram
  • Facebook

©2020 por Taller K7.

bottom of page